*Fragmento extractado del libro Manzanero, A.L. (2010). Memoria de testigos: Obtención y valoración de la prueba testifical. Ed. Pirámide (2010)*
Uno de los problemas más importantes en la administración de justicia son los errores que cometen los testigos en sus identificaciones, que dan como resultado personas acusadas de delitos que no cometieron. Estos errores tienen una enorme importancia debido a las consecuencias que tiene mantener a un inocente en prisión, mientras el culpable permanece en libertad.
Según Wells (2005), las falsas identificaciones son responsables de la mayoría de los errores judiciales. De 40 casos analizados por Wells, Small, Penrod, Malpass, Fulero y Brimacombe (1998) en los que las pruebas de ADN absolvieron a inocentes injustamente condenados, en el 90% de los casos uno o más testigos los había identificado erróneamente (algunos de ellos habían sido inicialmente condenados a muerte). La asociación norteamericana Innocence Project en su página web (http://www.innocenceproject.org), a fecha de mayo de 2009, recoge 238 casos de personas absueltas gracias a análisis de ADN, tras haber sido erróneamente condenadas. Casi todos ellos fueron acusados de delitos sexuales, lo que facilitó que pudiera contrastarse su ADN con el de los restos biológicos del delito. No tuvieron tanta suerte todos aquellos acusados de otros delitos en los que no es habitual encontrar rastros biológicos (semen, sangre o saliva). Según esta asociación, las falsas identificaciones son la principal causa de las condenas erróneas en más del 75% de los casos.
Casos reales de falsas identificaciones en España
No conocemos estadísticas sobre la incidencia de falsas identificaciones en España. Sin embargo, un repaso a las hemerotecas muestra algunos de los casos que en los últimos años han sido más comentados por los medios de comunicación. Su análisis debería permitirnos aprender de los errores. A lo largo de los siguientes capítulos ilustraremos algunos de los temas a tratar con ejemplos de casos reales que han tenido lugar en España. Mientras, veamos dos ejemplos acontecidos hace algunos años.
El homicida del joyero de la calle Valderribas
El 17 de marzo de 1984 un grabador de joyería, Aureliano M., fue asesinado en Madrid en presencia de su mujer y sus dos hijas, tras un intento de robo. El asesino huyó con el coche de la víctima, que fue encontrado horas después abandonado con las llaves puestas. El homicida fue descrito por las víctimas como un joven con la cara marcada por señales de viruela. Posteriormente, un mendigo declaró haber visto en las inmediaciones del lugar de los hechos a un joven con la cara picada de viruela, del que sólo sabía que vivía en Vallecas. Tras presentarle una fotografía de Mariano de la A. el mendigo aseguró que era la misma persona. Más tarde, otros siete testigos, entre ellos los familiares del fallecido, también reconocieron al joven por la misma fotografía. Conducido a instalaciones policiales, Mariano participó de una diligencia de reconocimiento en rueda junto con otras personas, que según algunos de los participantes no se le parecían, y fue señalado por los siete testigos. Aunque Mariano parecía tener una coartada, ya que amigos suyos manifestaron haber estado con él en el cine cuando se produjeron los hechos, y las huellas encontradas en el vehículo sustraído no coincidían con las suyas, le fueron imputados los hechos e ingresó en prisión. Sin embargo, la contradicción entre las identificaciones oculares y las pruebas dactilares llevó al juez de instrucción a solicitar de la policía la continuidad de la investigación. Una huella de un dedo pulgar de la mano izquierda, encontrada en el billetero de la víctima que el homicida abandonó vacío en el automóvil con que huyó del escenario del crimen, permitió al Gabinete Central de Identificación de la Policía identificar 84 días después a Florencio A., con una amplia ficha policial, como el verdadero autor de los hechos. Florencio reconoció los hechos y Mariano fue absuelto del crimen que no cometió pero del que fue acusado debido a las erróneas identificaciones realizadas por los testigos.
¿Qué factores contribuyeron a esos errores? Un llamativo detalle de la apariencia de Mariano era también característico de Florencio. Ambos tenían la cara picada de viruela. El hecho de que a los testigos se les enseñara únicamente la fotografía de Mariano, donde se apreciaba este rasgo, llevó a un error que consolidaron las sesgadas ruedas de identificación posteriores, ya que en ellas era el único componente con esta característica. Errores similares se han cometido en otros casos. Quizá otro de los más conocidos fue el del “violador de Alcorcón”.
El violador del ascensor de Alcorcón
Durante 1991 y 1992 se produjeron en Alcorcón una serie de 21 violaciones con características parecidas. Los hechos se producían en el interior de ascensores, por lo que se bautizó al agresor como el “violador del ascensor de Alcorcón” (para diferenciarlo de otro similar en Galicia). Tres menores fueron identificados como autores de las agresiones.
Por la juventud estimada del agresor, se procedió a mostrar a las víctimas fotografías de los alumnos de colegios e institutos de bachillerato de la zona, por si fueran capaces de reconocer entre ellas a su agresor. En mayo de 1992, Raúl S., de 16 años, fue identificado por algunas víctimas. Estos reconocimientos fueron ratificados en posterior rueda de reconocimiento en dependencias policiales. Raúl ingresó en prisión. Sin embargo, las violaciones siguieron produciéndose en Alcorcón.
En octubre de 1992, otro adolescente de 15 años fue identificado por tres víctimas de las agresiones entre fotografías de alumnos de colegios e institutos de la zona. Puesto a disposición de los padres en tanto se aclaraba su posible participación en alguno de los delitos, el menor después ingresó en un centro de menores. En noviembre y mientras los dos adolescentes seguían recluidos se cometieron dos agresiones más; mes y medio después de su internamiento el menor de 15 años fue puesto en libertad, mientras Raúl continuaba en prisión.
Meses después, en marzo del año siguiente y tras cinco violaciones más, un tercer menor, de 14 años, fue identificado espontáneamente por una de las víctimas. El joven estaba jugando en unos billares cuando una mujer le reconoció como el autor de un intento de agresión en septiembre pasado. Su marido y varios vecinos le retuvieron hasta que llegó la policía e hizo la detención. El joven fue reconocido también por otra víctima, a la que presuntamente robó e intentó violar una hora antes de la detención. Varios objetos de las víctimas fueron encontrados en su poder y el menor reconoció su culpabilidad.
A finales de marzo de 1993 y cuando cumplía ya 10 meses desde su ingreso en prisión, análisis de sangre y semen demostraron que Raúl era inocente, por lo que fue absuelto de las violaciones y puesto en libertad. Aparentemente ambos adolescentes tenían un cierto parecido, hasta el punto de que Raúl fue identificado “sin ningún género de dudas”, como autor de agresiones cometidas mientras estaba en la cárcel, aunque su altura no encajaba con las descripciones de las víctimas. La Audiencia Provincial de Madrid en la sentencia de absolución de Raúl reconoce que se cometieron algunos errores. Algunos de los reconocimientos fotográficos se realizaron con varias mujeres a la vez, que habrían identificado falsamente guiadas por la certeza de una de ellas. En las identificaciones en rueda realizadas posteriormente en las dependencias policiales, Raúl compareció en la prueba con otros jóvenes con los que no guardaba ningún parecido. Así pues, en este caso, las fotografías pudieron afectar gravemente a las identificaciones posteriores, así como la composición de las ruedas de identificación y otros factores del sistema de investigación._____________________________________________________________________________
Para más información sobre falsos culpables y errores de identificación puede visitarse la página del "Proyecto Falso Culpable"